Viñas de Garza, desde el corazón familiar

Para Amado Garza hacer vino en Baja California está ligado a los aprendizajes compartidos con los suyos y sus consumidores

WENDY PÉREZ

“Un proyecto que llena de satisfacciones su vida” es como define Amado Garza a Viñas de Garza, en Valle de Guadalupe.

Amado es un hombre que a lo largo de su vida ha estado unido al campo, y hace más de 20 años encontró junto a su esposa Ana Lilia y sus hijas Ana Cristina, Melisa y Ana Gabriela, otra vocación: la de hacer vino.

“Así lo veo, cada botella es un proyecto, y esta idea ha sido mi camino durante las dos décadas que hemos trabajado en ello en Baja California. Arrancamos en 2004, y en 2006 salieron las dos primeras etiquetas: Amado IV y Tinto del Rancho Mogorcito”, cuenta Amado, nacido en Monterrey. “Lo que más nos gusta es que estamos al 100 por ciento involucrados en todos los pasos”.

Viviendo la aventura
Con una nueva cava y sala de fermentación, en retrospectiva para Viñas de Garza han sido más los aciertos que los errores experimentados en su caminar enológico, aunque también hay mucho de observación.

“Eres como un cocinero que experimenta, que prueba. Visitas otros países, pláticas con los enólogos, preguntas qué usan, ves procesos, pero al final hay mucho de intuición también.


“Personalmente, como soy mi propio dueño, no tengo miedo de experimentar” 
reflexiona Amado.

A esta fórmula le adiciona el cariño, amar lo que se hace. Así es como él y su esposa lo viven desde que convirtieron algo que pensaron sería una actividad de retiro, “en la pasión de la familia”.

“Empezamos Ana y yo, y afortunadamente a nuestras hijas les gustó. Y con el paso del tiempo se dan muchas cosas para ti, no materiales sino internas, y una tranquilidad para poder crear”.

La familia enológica
Realidad que concretamente se ve en sus más de 12 etiquetas a partir de uvas Tempranillo, Grenache, Zinfandel, Carignan, Nebbiolo, Montepulciano, Petit Verdot, Syrah, Petite Sirah, Sauvignon Blanc y Moscato Canelli; y en los proyectos que hacen con y para otros amantes del vino.

“En estos casos, primero debe existir una inercia, una relación, una similitud para que ese vino sea especial para ellos y para nosotros. Por ejemplo, Caldo Gordo que hicimos con Enrique Olvera, él ha sido nuestro amigo y cliente por años, y el acercamiento fue así, natural”.


Y en el caso del catálogo de Viñas de Garza, sus vinos vienen inspirados en la familia, y para muestras me narra varios orígenes. “Sacamos uno llamada Emilia, a partir de uva Grenache, Syrah, Mourvédre, que lo hicimos para nuestra primera nieta. Es así de claro, no son ideas fortuitas, sino vinos hechos por una historia y una razón, que no surgen por un sentido netamente comercial, es por gusto y amor a lo que hacemos, es como un hijo más, una extensión de la familia”.

Otro gran ejemplo de este apego a sus creaciones es Amado IV. “Como no tuvimos hijos varones y como yo soy Amado III, mi esposa y mis hijas le pusieron ese nombre”.

De esos grandes pininos surgieron otras reconocidas etiquetas como Colina Norte, luego vinieron blancos con barrica, los rosados, vinos premium como Sombrero, espumosos, y así creció el clan enológico de Viñas de Garza.

“Es maravilloso voltear y ver lo recorrido, y que no ha sido solo sino con mi familia que cada vez crece en todos sentidos.

“Considero que nos sentimos contentos porque estamos realizados… ahora finalmente volteo y veo la creación que vamos dejando y digo: ¡ahora sí parece vinícola”, concluye Amado entre risas.

Todo el portafolio de Viñas de Garza lo puedes encontrar en Vinos Boutique.