Encino de Piedra, nueva cara enológica de Tecate

Andrés Blanco deposita en esta bodega la experiencia que por décadas ha sumado, creando vinos fáciles de entender
 
WENDY PÉREZ

Viñedos, huertos y hortalizas ya eran el escenario que se veía en 1833 en lo que hoy es el Rancho Tecate, enclavado en el Valle de Tanamá, que en kumiai significa “lugar de tierra fértil”. Hoy, ahí se produce Encino de Piedra, un proyecto enológico que hace honores a esta vocación a través de las etiquetas creadas por el winemaker Andrés Blanco.


El secreto tecatense

Aunque Encino de Piedra salió al mercado comercial en 2020, su camino se remonta una década previa. “En 2013 sale el primer ejercicio que hicimos en conjunto, un vino mayormente vendido en el rancho hasta que generamos este proyecto usando Sauvignon Blanc, Nebbiolo para un Rosé, otro Nebbiolo para un joven y tres reservas con Cabernet, Merlot y Nebbiolo de nueva cuenta”, narra Blanco, a quien hemos visto crear proyectos anteriores como Ulloa y Moebius, que duraron décadas.

Tras el arranque decidieron plantar varietales de “lugares frescos” como Pinot Noir, Syrah, Albariño, Verdejo, Cabernet Franc y Petit Verdot que en 2 años tendrán la primera producción.

“Desde hace mucho tiempo estoy encantado con Tecate porque creo que posee un potencial muy por encima de otros valles en la zona, ya que si analizas las grandes regiones de vino la diferencia de temperaturas entre día y noche es importantísima y Tecate es el ejemplo ideal, pues podemos alcanzar días de 40-45° y noches de 8-9°, y eso obliga a que la maduración sea paulatina, lo que a la larga da sabor a la uva y al vino”, añade.


Entre las desventajas o las adversidades que deben sortear saltan las heladas, que generalmente caen en primavera y que los han llevado a desarrollar nuevos sistemas, como el de poda. En temas de agua, Andrés explica que al no pertenecer o depender del acuífero de Valle de Guadalupe, el desabasto no los ha tocado.


Sobre el nombre de la bodega, dice se inspiró en los encinos, árboles endémicos de California, que cubren este rancho que a la vez es una Comunidad Residencial Entre Viñedos. “Hay uno particular que crece sobre unas piedras, impresionante, resistente y resiliente como pretendemos sea Encino de Piedra. Otro dato sobre las etiquetas es que verás la fecha de 1893 que recuerda, según documentos, una gran cosecha en el campo”.



Por sus vinos los conocerás

Para Andrés, director y winemaker de Encino de Piedra, todo fluye gracias al terroir de este valle y al trabajo en equipo junto a su bodeguero por 11 años, Fernando Pérez. “Nos conocemos muy bien, sabemos trabajar juntos y hacemos una buena mancuerna. Además, tengo un agrónomo, Carlos, y otros dos chicos en operación y comercialización, y la verdad la filosofía siempre ha sido generar vinos frescos y frutales".



“Expresar el terruño es básico, pues Tecate tiene mucho por decir: hay una elegancia hermosa y mucho potencial en las vides, capaces de generar vinos de alta gama”.

El ensenadense por adopción hace 27 años e integrante de la primera generación de La Escuelita o Estación de Oficios del Porvenir, un centro dedicado a la restauración y aprendizaje de los oficios regionales, parte fundamental de la historia vinícola de México, considera sus etiquetas de blancos y rosados muy versátiles.

“Creo que a nuestra gastronomía y clima les van maravilloso, son vinos de ocasión, de diario para alguien que va empezando.


“Por su parte, los reserva de Encino, a pesar de que son vinos con 13 meses de barrica y complejidad, tienen una tersura y taninos muy redondos y aterciopelados, fáciles de entender. Los ya conocedores pueden reconocer su potencial y los nuevos no se sienten agredidos por un tanino astringente”.


Personalmente Encino de Piedra significa para Andrés una forma de expresión y un gran orgullo pues rápidamente se ha hecho visible en Guías como La Peñín y el Mexico Selection by Concours Mondial de Bruxelles. Las líneas de esta bodega de Tecate son parte de las novedades que encuentras ya en VB.